sábado, 28 de enero de 2017

JUBITAPAS EN EL PIRINEO


Ya estamos otra vez aquí, tras un larguísimo paréntesis desde nuestra visita a Carranque 
(visitar la entrada "Carranque, una de romanos"). 

Son varios los motivos de esta ausencia. No vamos a mencionarlos por ser estrictamente  personales y de variada índole. Pero bueno, el caso es que retomamos el relato de nuestras aventuras. Ahí va.

Pues nada, mi parienta y yo nos fuimos de vacaciones al Pirineo aragonés, concretamente a las 
localidades de Torla y Benasque, rememorando viejos tiempos y tratando de emular antiguas gestas por esos valles y senderos.

Pero antes de iniciar dicha aventura, hicimos parada de un día en Zaragoza para visitar a mi familia, pues de todos es sabido (y si no ahora lo digo) que por parte de padre soy oriundo de Aragón, de ahí mi nobleza, honestidad, bondad, seriedad, gallardía, donosura y perserverancia. Vamos, ¡¡ QUE SOY BATURRO, COÑO ¡
Y allí, a orillas del Ebro, nos esperaba mi familia, la cual como de costumbre, nos acogió con su magnífica hospitalidad. Grandes anfitriones mis familiares de Zaragoza. Antes de comer nos fuimos con mi primo y su cuñado que también son ya jubitapas. En honor a la verdad, hay que decir quemi primo es jubitapa “pata negra”, pues goza de paladar exquisito y es magnífico conocedor de viandas y caldos y de los sitios donde degustarlos.
A pesar de una canícula de espanto (llegamos a los 39 grados a las 8 de la tarde), nos tiramos a la calle cargados de optimismo y llenos de expectativas. No salimos defraudados. De todos es sabido que en Zaragoza se tapea magníficamente y a modo de resumen muy resumido, seguidamente indico tres sitios totalmente recomendables:

TABERNA ALMAU, C/ Estébanes 10, perpendicular a la famosa calle Alfonso. Bodega antigua y tradicional. Gran selección de vinos. Pinchos y anchoas (en Zaragoza les llaman salmueras).
ANTIGUA CASA PARICIO. (si, si,  Paricio, sin la a) C/ Coso 188 (Coso bajo, muy cerca de la iglesia de la Magdalena) En pleno casco antiguo de Zaragoza. Bodega antigua y tradicional con un exquisito vermú de grifo
y unas salmueras de lujo.
ALTA TABERNA PEDRO SAPUTO, C/ Antonio Agustín, 19 (muy céntrico). Tapas y raciones clásicas y más modernas.
PASCUALICO. En el tubo, no tiene pérdida. muy cerca de la TABERNA ALMAU. Todo un  clásico.
Y un interminable número de bares imposible de reproducir aquí. Que los visitantes se dejen llevar por su intuición y espíritu aventurero ya que, a buen seguro, las alegrías superarán con creces a las decepciones.
Y así, entre tapas, comida en familia (el ternasco del marido de prima es memorable), agradable sobremesa (hasta las 8,30 de la tarde), charlas y bebidas espirituosas, se nos echó el tiempo encima y nos dio la hora de cenar y volvimos a tirarnos a la calle, donde después de un corto paseo recalamos en un bar de raciones de cuyo nombre no me acuerdo, pero que satisfizo plenamente nuestros paladares. Ya sólo quedaba dejar descansar a nuestro estómago.
A la mañana siguiente me levanté muy pronto. Toda la familia dormía plácidamente. Yo salí a darme una vuelta para ver como amanecía la ciudad después de un sábado noche. Me encanta ver el despertar de ciudades y pueblos. Di un largo paseo por el centro y contemplé la ciudad vacía, salvo alguna que otra parejita resacosa y besucona.











De l.as parejitas besuconas no hice ninguna foto por respeto




De vuelta a casa de mi familia, los encontré a todos despiertos y alrededor de la mesa en la que el día anterior comimos. A estas horas de la mañana no había salmón ahumado, ni cordero, ni croquetas, ni jamón de Teruel, ni ensaladilla rusa, pero no faltaban tostadas, tomate triturado, aceite de Barbastro, mantequilla, rosquillas, magdalenas y una fuente de churros que decían ¡cómeme!. Como soy de buena digestión y pasé muy buena noche y, por mucho que cene siempre me levanto en ayunas, reanimado por mi largo paseo matutino, me dejé llevar por tan suculenta visión y me entregué de lleno al sabio consejo de que hay que
desayunar como un rey, sin hacer caso de la segunda parte del consejo: cenar como un mendigo. Además, nos esperaba un largo viaje y había que reponer fuerzas.
Y así, después de varios cafés y cigarritos de mi santa y mi prima (los hombres ya no fumamos), nos despedimos prometiéndonos volvernos a ver en breve, más o menos cuando mi prima pase a convertirse en jubitapa, estando seguro de que la misma no defraudará al gremio y será un más que digno miembro de tan noble asociación.
Total, que mi santa y yo nos pusimos en marcha hacia una comarca del pre Pirineo o Somontano, comarca de Huesca sorprendente por injustamente desconocida en su belleza y riqueza histórica, llamada

                                                          LA   JACETANIA