sábado, 6 de junio de 2015

Navafría-Buitrago de Lozoya

El otro día mi colega y yo estábamos así, no, y va y dice él, ¿a que no hay huevos de irse a Navafría y subir a las cataratas de El Chorro?. ¿Que no, chaval?, le espeté yo.. crecido como estaba por ver a Marilyn Monroe en las cataratas esas..y zas! dicho y hecho..Empezamos a planearlo.

Y así, y tras varios "hoy no puedo", "mejor el miércoles", "a ver si me llaman los de los muebles".. un día fuimos. ¡Qué bonito!!!! Joé, ¡Qué bonito!.. Mira, imaginaos un sitio lleno de pinos, pero pinos, pinos, no como esos atletas que hacen el pino, no, no, estos de verdad, altos, con su corteza, rectos, rectos que no te lo puedes ni imaginar (luego pongo una foto)..y un color!! qué color !!, así como color corteza de pino por abajo y luego como marrón anaranjado hacia las ramas. Buah!! no se veía ni el sol... Para que luego digan del Carlos 5º ese, que decían que no se ponía el sol... anda ya, tío melenas!!! vete a Navafría ...Tanto imperio, tanto imperio...

Buah! y una cuesta hacia arriba para llegar a las cataratas...qué cuesta. A mí porque me llamaron por teléfono y me enrollé y se me hizo más corto que si no, buah, aún estoy subiendo..Y el río así abajo, a la izquierda según subes. Y para que luego digan, había bancos cada poco, muy chulos, como de madera, así como naturales. Y una fuente había. Qué agua!!!..bueno yo no bebí porque llevaba de mi casa que si no... Había de todo. Hasta cobertura !!!

Y luego al final (bueno el primer final porque hubo dos finales) unas cascadas!! Menudas cascadas... ya quisiera ver yo a Humphrey Bogart y a Marilyn Monroe en estas..¿chubasquero amarillo?..Eso no lo pasa ni Pedro con su chisme de neopreno...Qué bajar!! Qué rugir!! qué mojar!! Increible...

Total que lo vemos, (yo hago una llamada que tenía que hacer.."¿dónde estás, que se oye como si estuvieras en la ducha?" -claro como estaba cerca de la cascada pues dijeron eso-) y nos hacemos las fotos y bajamos. ¡Cómo mola bajar!!! Y sin coger el teléfono...

Luego fuimos a Navafría pueblo. Que desorienta. Sí. Porque parece pequeño pero no. Tiene sus casas, sus bares, sus carteles de las elecciones, su estanco. En fin, que si no vas prevenido te confundes y te lo pasas.

Y luego ya la leche: Buitrago de Lozoya.. ¡Cómo está el río!! Sííí, el Lozoya.. Hasta arriba. Nunca lo había visto tan lleno yo. Y las murallas. Bueno! "paseamos INTRAMUROS!" ..le dije a mi colega, así, natural.."estamos paseando in-tra-mu-ros"... Y él, que las pilla todas, dice, "sí, por dentro"... Buah! qué pasada..

Y ya el final (el segundo) en la terraza de un bar pedimos un par de cervezas sin alcohol (porque si el condutor se marea y derrapa, perdiendo el control, el otro puede coger el volante sin problemas y enderezar el vehículo continuando la ruta sin temer a los controles alcoholemia) y dos de pepitos de ternera y va el camarero y se mete en el bar y saca las servilletas y luego los dos vasos y luego las cervezas. Y así, entrando y saliendo..muy lento.. Y luego se mete en otro bar que había a 20 metros y sale con un plato con los dos pepitos y una bolsa con el pan y se mete en el bar y sale y nos mira y dice.."ahí va! se me ha olvidado sacar los bocadillos"...Buah! y se mete otra vez y los saca... Y aún estamos allí, porque le hemos pedido la cuenta y todavía no ha salido a traerla el nota !,,Buah !

Mientras, ir mirando las fotos.



























El Pardo... ese peazo monte

antes de que llegaran las tórridas temperaturas estivales propiciadas por la ola de pactos, amotinamientos y sandeces, tuvimos la oportunidad de darnos una vueltecita agradable por los caminos de El Pardo, ese monte sin par que ya quisiera la mismísima Maria del..

Aparcados debidamente cerca del palacio, nos dirigimos hacia un puente que cruza el río y que está situado en la Avda. del Padre Cipriano. El puente no tiene mayor interés salvo la de vital importancia que te permite cruzar al otro lado del río sin mojarte las chanclas (en este caso zapato deportivo de trecking básico marca Quechua).
El río bajaba ese día muy revuelto. El color del agua era marrón tirando a marrón ñórdiga (no confundir con Nórdica que eso es una moda de novelas que hay ahora en España) y pudimos contemplar la escasez de patos (que no son gilipollas) y la abundancia de lombriz y urracas ávidas comedoras del detritus que eclosiona en estos lugares a tutiplén. Aparte de esto todo era muy bonito y las bicicletas silbaban a nuestros costados como balas emitidas por la pistola de Clint Eastwood cuando era Harry el Manzanares... Eso sí, decían "gracias" al pasar.


La misma senda debidamente protegida por palos colocados en forma de valla natural nos iba llevando río arriba, donde podíamos contemplar, acompañados de una maravillosa temperatura, toda la fauna y flora que os podáis imaginar. Tanto por arriba como por abajo












Caminar es siempre placentero, seguir la senda y sentir el rumor variopinto de la naturaleza, el gorjeo del animal que gorjea, el crujir de las ramas que crujen, el balar de las balas, el piar de los animales que pían, el verdor de las hojas verdes, el rojo de unas flores que tienen una cosa negra en medio..y así... Es una pena no saber los nombres de tanto elemento que existe en la naturaleza, aunque gracias a las leyendas que se reparten por el camino nos enteramos de algunas cosas interesantes...
Por ejemplo esta que con rigor científico y afán divulgativo nos explica que el Chopo tiene el tronco liso, de color pálido-blaquecino y que su corteza es blanda, soportando bien los daños causados por las dedicatorias de inspiración popular.


Así, sosegado el ánimo con esta maravilla de ruta y con buena compañía , "adobados", como los chalets, nos quedamos al contemplar esta deliciosa estampa de un abuelo y su nieto, imagen donde confluyen el Ying y el Yang, las canas y los pelillos rubios, el irse y el venirse.. Una imagen vale más que mil palabras y aquí la traemos patrocinada por "Escayolas el Cisne"


Y poco más contaros de este pequeño y delicioso paseo a orillas del río Manzanares (ya quisiera el Támesis tener estos cisnes!!!) que culminó con unas cervecitas y su tapa de tortilla en una de las innumerables terrazas que existen en el pueblo y desde donde se contempla el afán de las gentes sencillas (incluso de los militares) y de aquellos que con porte elegante se visten de Ingenieros, como Emilín en su boda. Un brindis por él.