lunes, 20 de abril de 2015

JUBITAPAS Y EL MAÑICO


Pues sí, pues resulta que aunque nacido en Madrid, soy aragonés por parte de padre, y a mucha honra. No he perdido el contacto con esta rama de la familia y más ahora, que en el AVE estamos a hora y cuarto.

Seguimos en la Semana Santa, concretamente el miércoles 1 de Abril. Mi primo viene a hacerme una visita y se marcha el mismo día.  Suele venir a Madrid de cuando en cuando, a realizar compras de algunos materiales especiales necesarios para la práctica de sus habilidades artísticas, que no son pocas.

Es mi primo persona metódica, ordenada, docta, creativa, de buena relación personal y amante de la buena mesa, y como buen aragonés, noble, fiable y formal. Además y desde hace poco ES OTRO JUBITAPA, puesto que por todos es sabido que los jubitapas nos extendemos a lo largo de toda la geografía nacional.

Quedamos a la hora del aperitivo con el sano fin de de hacer ganas de comer y le llevé a dos sitios elegidos con esmero, ya que además de las virtudes de mi primo anteriormente mencionadas, también se encuentran la de su gusto exquisito (en Aragón dicen "morroputa"), su afición por la buena mesa y sus magníficas dotes culinarias. El éxito fue desigual. En concreto, el restaurante no estuvo a la altura de mis expectativas.

Paso a comentar nuestro periplo.

Quedamos en la salida de metro de Tribunal y nos encaminamos hacia el barrio de Maravillas, entrando por Fuencarral, siguiendo por la C/ de San Joaquín para dar a parar a la plaza de San Ildefonso y de ahí a la C/ Colón nº 13, al la famosísima Bodega de la Ardosa, taberna típica madrileña que según reza la leyenda funciona desde 1892.












Esta ha sido mi segunda visita y ha merecido la pena.  La primera fue 15 días antes y no la voy a mencionar porque no resultó precisamente agradable, pero esta vez sí.

Se trata de un sitio de tapas, vinos, vermú de grifo y una excelente cerveza. Es caro, muy caro pero tiene cosas de calidad. La cerveza artesana de grifo es memorable, así como su tortilla y su pincho de arenque. El salmorejo lo probé la primera vez y aunque de textura estaba muy bien, se les había ido la mano con el limón.

Tomamos dos medias pintas de cerveza (como un doble), un pincho de tortilla para dos y dos pinchos de arenque: 19,50 € "del ala".  Ya digo que es caro.  Le daremos otra oportunidad para probar alguna  otra ración y veremos.

Después nos encaminamos hacia el restaurante, dejándonos caer cadenciosamente por el barrio de Maravillas, barrio modernizado y ya bastante "limpio" sin apenas visos de prostitución, aunque todavía queda algo por detrás de la Telefónica.  Bajamos por C/ Valverde, San Onofre, Corredera, atravesamos San Bernardo y llegamos a la C/ de los Reyes, visita al mercado de la Pl. de los Mostenses, subida por San Bernardino hasta Pl. Cristino Martos, Palacio de Liria y C/ Ventura Rodríguez, nuestro destino, restaurante Dantxari.





No lo conocía pero tenía muy buenas referencias, Guía Repsol incluída. No me gustó.

Caro, muy caro, pero a diferencia de la taberna anterior, aquí el precio no se justifica. La comida evolucionó de más a menos A saber:
Dos primeros para compartir. Unas setas de temporada (no recuerdo el nombre) rellenas de fuá (¡qué coño es eso de foie!). Muy buenas. Un changurro exquisito. El segundo ya empeoró: Un besuguito para dos, no creo que llegara al kilo y si le quitamos cabeza y espina pues ya me contarás. Hecho al horno de forma correcta pero nada más. En ningún caso se justifica su precio.  A los postres yo tomé una torrija "del montón" y mi primo un tocino de cielo poco más que discreto.
El vino ya lo conocía y sé que es caro per no me sorprendíó, además es de mis marcas favoritas: Dominio de Valdepusa reserva, Syrah. Propio de reyes.

Conclusión que el precio final (no lo voy a poner aquí) me parece desorbitado, pero no por la cifra en sí misma, sino por el contenido de la misma. No creo que vuelva.

Y así sin prisas, tomamos el metro en Pl. España e hicimos trasbordo en Sol (Ahora Sol Vodafone aunque joda), hasta Atocha, donde aprovechamos el buen tiempo haciendo tiempo en un terracita, concretamente la del bar "El brillante" famoso por sus bocadillos de calamares.




Debí de mosquearme cuando ví que el camarero llevaba colgado un trabuco, tenía un parche en el ojo y en el hombro derecho un loro: dos "gin tonics" normalitos, de Sueps con Bifiter (el inglés no es lo mío), la nada despreciable cifra de 24 € "del ala".

Ya sé donde no volver a sentarme a tomar un gin  tonic.

Y así dimos por teminada nuestra runión familiar, a la que yo corresponderé desplazándome a Zaragoza a primeros de Junio y de la cual puede que de cumplida nota y justa reseña en este blog.

Un beso.




1 comentario:

  1. Además de nobles, fiables y formales, los maños para las fotos son serios de cojones.
    E,

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